Trueblood

Capítulo 6

Trueblood

Cuando llegó a su habitación cerró de un portazo y se dejó caer en el suelo apoyando la espalda en la pared, alzó la vista mirando hacía el techo ¿que la pasaba? ¿por qué había actuado así y de una forma tan repentina? Nunca la había ocurrido aquello, bueno, tampoco había estado tanto tiempo tan cerca de un chico, para lo único que se la acercaban en el instituto era para pedirle los deberes del día, y como que en aquella acción no incluía lo que "había pasado" en la sala de entrenamiento. Aunque tampoco había pasado nada, solo la había intentado enseñar como se disparaba un condenado arco.
Se miró la mano y como si fuera un instinto, un extraño instinto, se acarició el dorso de la mano y los dedos, donde hacía unos minutos Alec había colocado su mano, sonrió al recordarlo, y al instante intentó olvidar aquello y volver al por que estaba enfadada, Alec era un completo imbécil, aquella era la razón. Guapo, con una sonrisa preciosa y unos ojos azules que hacía que cuando los mirara se perdiera en ellos, pero imbécil.
Y luego estaba Jace, ¿se podía saber el por qué siempre que estaba con Jace o delante de cualquier otra persona se comportaba diferente? Cuando le había conocido, bueno, el día en que le había vuelto a ver en la biblioteca no había sido el mismo chico con el que había entrado en el Instituto y el que se había negado rotundamente a entrenarla.
-¿Lucía? ¿Estás ahí?-era él.
-No-mierda, mierda, mierda, no podía haber sido mas estúpida, ¿para qué le decía que no?
-Déjame entrar-dijo resoplando e intentando abrir la puerta, pero ella hacía bastante fuerza con la espalda para que la puerta no se moviera ni un centímetro y no se abriera-. Ábreme.
-Y una mierda. Vete.
-¿Por qué te has enfadado?-había dejado de intentar abrir la puerta, y ahora solo escuchaba su respiración al otro lado.
-Por que te has comportado como un auténtico cretino e imbécil conmigo delante de Jace.
-Lo siento-los dos se quedaron un buen rato en silencio, esperando que uno de los dos lo rompiera, hasta que lo hizo él-.¿Ahora me dejas entrar?
-No.
-¿Por qué?
-Por que sigues siendo igual de imbécil que antes, y me importan un mierda tus disculpas, vete.
-Sigo sin entender por que te has enfadado, solo he dicho que no tienes ni idea de lanzamiento de cuchillos ¿es eso malo?
-Me has dejado en ridículo delante de Jace-bueno, no era por eso, pero tenía que decir algo, todo para que se fuera de allí y la dejara en paz.
-¿Te gusta Jace?
-NO
-Te gusta Jace.
-QUE NO ME GUSTA JACE.
-¿Y por qué lo niegas?
-¿Pues por qué no me gusta Jace puede ser?
-Claro, bueno, si luego vas a querer bajar a cenar o algo, creo que la comida ya ha llegado. Comida china.
No contestó, escuchó los pasos de él alejarse de la puerta y como desaparecían, se frotó las sienes con el dedo índice y el pulgar y suspiró, entonces escuchó sonar su móvil, que estaba encima de la cama, justo donde lo había dejado antes de irse al entrenamiento, "mi madre" pensó automáticamente cuando escuchó el tono de llamada que tenía asignado para las llamadas de ella, se levantó de un salto y salió a trompicones corriendo hasta la cama para coger el móvil, miró la pantalla antes de confirmar que era ella, y sí, lo era.
-Mamá, siento mucho no haber vuelto ayer noche pero...
-Lucía, oh dios mío, ¿estás bien? ¿dónde estás?
-Sí, estoy bien, estoy en casa-si aquello se le podía llamar casa, claro- de unos amigos. ¿Y tú? ¿Por qué no me has contestado ésta mañana?
-¿De quienes? ¿Estás segura con ellos?
-Los Lightwood, conocí a uno de ellos hace poco y ayer tuve un imprevisto y al no poder volver a casa...
-¿LOS LIGHTWOOD? Por favor, sal de allí, ahora mismo, no quiero que te juntes con esa gente-¿pero que le pasaba? ¿cómo podía ser que conociera a los Lightwood?-. Ves a casa de  tu tío Mike, y dile que va a por mi, estoy lejos.
-¿Mamá? ¿Quién va a por ti?-todo aquello la estaba empezando a asustar.
-Él lo sabe, por favor, vete, ese tipo de personas no son buena compañía. Y sobre todo, ni se te ocurra hacerte ningún tipo de runa-dijo algo mas, pero su voz se estaba empezando a cortar, no la escuchaba bien-. Tu apellido no es Herondale...-su voz se volvió a ir para volver en solo durante una milésima de segundo-. Trueblood... Te... Quiero...
Se cortó
-¿MAMÁ?-pero solo podía escuchar el pitido del móvil diciéndola que la llamada había finalizado. Intentó volver a llamarla, pero le saltó el contestador automático al quinto pitido-. Mierda, mierda, mierda.

Training Time

Capítulo 5

Training Time


Lucía fue a toda prisa a su habitación y cerró la puerta tras ella, le habían dicho que se cambiara la sudadera y los jeans que se había puesto, por una ropa un poco mas practica para entrenar, abrió uno de los cajones que había en el dormitorio, pero estaban vacíos, "mierda" pensó "no traje ropa de casa" y entonces es cuando se acordó de su madre, aún no la había llamado, después de todo lo sucedido el día anterior se le había olvidado llamarla, cogió el móvil que había dejado sobre la cama y tecleó el número de su madre. Después de cinco pitidos se escuchó el contestador, "el número al que llamas está fuera de servicio, envíe su mensaje después de la señal"
-Hola mamá, siento mucho no haber vuelto ésta noche, pero me han salido unos imprevistos... Tengo mucho que contarte, ciertamente, no creo ni que te lo vayas a creer, llámame cuando escuches este mensaje, por favor.

-Te dije que estuvieras aquí a las 11 en punto-habló Alec con un tono de voz un poco cortante y frío, llevaba una camiseta negra y unos pantalones del mismo color, su cabello estaba húmedo, "acabará de salir de la ducha" pensó ella, en las manos tenía una daga, resplandecía, se dio cuenta.
-Solo me he retrasado 15 minutos.
-15 minutos que podría haber empleado en algo productivo, y no en esperarte.
-Necesitaba cambiarme, he pasado por el dormitorio de tu hermana por que toda la ropa me la olvidé en mi casa...
-Venga, basta de cháchara, cuanto antes empecemos antes terminaremos-cogió uno de los cuchillos y lo hizo rodar en la palma de su mano, le pasó el cuchillo por la empuñadura, y con un poco de torpeza ella lo cogió-. ¿Has empuñado alguna vez una arma?
-¿El cuchillo de cortar carne cuenta?-no lo había dicho intentado hacer alguna broma, ya que lo decía con toda la seriedad del mundo, nunca antes había cogido una arma, cuchillos de la cocina como mucho, pero al mirar a Alec vio como a éste se le tensaba un poco la esquina derecha de sus labios y hacía una pequeña sonrisa-. Lo digo en serio.
-Pues vamos a necesitar mas trabajo del que tenía previsto.

Después de dos horas en las que Alec la había estado repitiendo infinitas veces la manera de lanzar un cuchillo y como clavarlo exactamente en el corazón del enemigo, aunque como él la había dicho, en el caso de los demonios, lo mejor era darles en el pecho o cortártelos la cabeza, por que en muchos no se sabía donde tenían el corazón. Después de esas dos horas, ella seguía sin mejorar, había conseguido alcanzar a uno de los muñecos de prácticas en la parte baja donde se situaba el corazón, pero no con mucha fuerza, así que el cuchillo se había despegado a los segundos de clavarse del muñeco. Alec estaba perdiendo la paciencia, por lo que Lucía había notado.
-No es tan difícil, solo tienes que inclinar correctamente el brazo, darle impulso y apuntar donde le quieras dar, ¿nunca has jugado a los dardos?
-No es mi especialidad.
-¿Y entonces cual es tu especialidad? Por que veo que no tienes muy buena traza para el lanzamiento de cuchillos.
-No lo sé, nunca he estado familiarizada con armas.
-¿El tiro con arco se te da bien? O medianamente bien aunque sea.
-En la Wii siempre ganaba-él la miró juntando las cejas en modo de interrogación, ¿es qué los cazadores de sombras no sabían nada sobre la vida humana?-. Es una videoconsola-Alec seguía con el mismo gesto, sin entender nada-. Con la que los mundanos juegan, se entretienen.
-Buf, vaya perdida de tiempo-se dirigió a un estante de la sala y sacó un arco y un carcaj de flechas, sacó un par de flechas y se las pasó a ella-. ¿Quieres probarlo o seguimos perdiendo el tiempo intentando que des bien en el pecho al muñeco con los cuchillos?
-Puedo probarlo-él le pasó el arco a Lucía y ella lo cogió con cuidado, estaba hecho de madera, como era obvio, era un poco pesado, nunca había tocado un arco, aunque siempre había tenido una cierta de curiosidad de como manejar uno, desde pequeña había querido utilizar alguno, de verdad.
-Cuidado, es frágil-dijo él pasándola las flechas, colocó la primera flecha en el arco, después de tensarlo y apuntó al muñeco en el que con los cuchillos casi no había tocado, soltó la cuerda y la flecha salió disparada hacía el muñeco, pero en vez de darle en el pecho le dio en uno de los ojos-. Bueno, si lo que quieres es dejar ciego al oponente lo has hecho muy bien-ella rió y fue a coger otra de las flechas, pero en vez de dársela, Alec se colocó detrás suyo y la colocó en su lugar-. Pero si quieres matarlo... Deberías tener un poco mas de puntería.
Lucía asintió con un movimiento rápido la cabeza, con la respiración entrecortada, Alec estaba detrás suyo, se había colocado justo detrás y en aquel mismo momento sus cuerpos estaban pegados, él le sacaba media cabeza, así que ella le llegaba al cuello. Alec alzó la mano y la colocó donde ella tenía la mano sujetando el arco, entrelanzó sus dedos y tensó el arco, tampoco se estaba dando mucha cuenta de lo que él hacía, por que lo único que a ella le importaba en aquel mismo momento era de la proximidad de él. Colocó la flecha en el arco y en pocos segundos la flecha ya estaba en el corazón del muñeco, perfectamente clavada.
-Gra... Gracias-no sabía que decir, las palabras no le salían, él seguía detrás suyo, pegado a ella, notaba su respiración en su cuello, su aliento era frío, le ponía la piel de gallina  y aquello le ponía nerviosa.
-Ahora hazlo tú, vamos, seguramente ahora si que te salga-se apartó de ella y se cruzó de brazos, mirándola, ella intentó que no se le notará que temblaba, volvió a coger una flecha y la volvió a colocar en el arco, como Alec había hecho hacía unos segundos, pero solo podía pensar en como su cuerpo estaba tan pegado al suyo... Como su respiración tocaba su cuello... Soltó la flecha, y en vez de clavarse en el muñeco lo hizo a cinco centímetros de él, en la pared-. ¿Te gusta disparar a la cabeza? Venga, te he ayudado a disparar una de las flechas, ¿cómo que no has podido mejorar ni siquiera un poco?
-Creo que estaba mas preocupada en lo cerca que estaba tu cuerpo del suyo que como se dispara un arco-Lucía abrió los ojos como platos al escuchar esa voz y se giró radicalmente hacía la puerta, no habían visto que Jace estaba allí, mirándolos a los dos, ella tragó saliva, ¿es que acaso podía leer las mentes?
-Jace, ¿qué dices?-preguntó en un tono de voz que no era el mismo que hacía unos segundos, cuando habían estado hablando, había cambiado.
-Ella sabe de lo que hablo, ¿verdad Lucía? Hacéis buena pareja, por cierto.
-No digas tonterías, ella y yo no hacemos buena pareja, no es de mi tipo-aclaró Alec con seriedad. Lucía apretó con fuerza donde tenía cogido el arco, que ahora ya no lo tenía en posición de disparar y agachó la cabeza, apretó los dientes, intentando soportar el dolor que le habían causado las palabras de Alec-. La estaba enseñando a utilizar el arco, ya que es increíblemente negada para los cuchillos.
-Puede ser que la razón sea que no eres buen profesor-dijo ella en un susurró, pero lo suficiente alto para que lo escucharan. Jace la miró sorprendido mientras se reía, y Alec la miró frunciendo el ceño y haciendo una mueca.
-Si tú pusieras mas atención en como lanzar-los y clavarlos correctamente puede ser que te saliera mejor. Pero lo que pasa es que no prestas atención a lo que te digo y no te dignas a mirarme cuando te hago alguna muestra.
-Creo que lo de mirarte lo hace muy bien-dijo Jace de fondo, Lucía le lanzó una mirada asesina, si las miradas mataran, en aquel mismo momento, Jace no estaría allí.
-¿Quieres mantener la boca cerrada, Jace? Y tú-se dirigió a Alec, y le apuntó con el dedo, el le miró sorprendido, arqueando una de sus cejas-. Si tú no estuvieras en todo el santo entrenamiento quejándote de lo mal que lo hago, puede ser que estuviera mas atenta, ¿no crees?
-No, no creo.
-Mira, si tan insoportable se te está haciendo entrenarme, pues no lo hagas, dile a alguien que te sustituya, por que yo personalmente, tampoco quiero que me entrenes, ¿sabes? A mi también se me hace insoportable estar en una sala en la que estés también tú.
-¿De qué hablas? Yo en ningún momento he dicho nada de que sea insoportable entrenarte.
-Pues tu actitud ahora mismo no dice lo mismo-ella dejó el arco en el suelo y tiró las flechas en el mismo sitio-. Adiós.
Desapareció por la puerta, empujando a Jace y dando un portazo. Los dos chicos se miraron, no entendiendo por que había actuado de aquella manera solo por el hecho de decirla que no sabía lanzar cuchillos, pero no era solo eso, no era solo que le hubiera dicho que no sabía lanzar cuchillos, era algo mas complejo.

Runes

4

Runes

-¿Cómo?-preguntó ella atónita-. ¿Me estás diciendo si quiero hacerme uno de esos tatuajes vuestros?
-Son runas, y si, te lo estoy preguntando, tarde o temprano deberás hacerte alguno. No pensarás que saldrás a matar demonios sin protección ni nada.
-¿Pero qué co...
-Ese lenguaje, ¿quieres que te haga una runa o te traigo un esparadrapo con jabón para que te laves la boca?
-No sé... Me dan miedo las agujas.
-Las runas no se hacen con máquinas de tatuajes mundanas, sino con estelas-metió una de sus manos en un bolsillo de su pantalón y de ella sacó un artefacto un poco extraño, que ella jamás había visto, parecía una piedra, pero con la poca oscuridad de aquella habitación brillaba, y tampoco tenía pinta de ser una piedra-. Primera lección de cazador de sombras, las estelas son el objeto mas importante e indispensable para uno de nosotros, mas aún que un cuchillo serafín, sirven para crear runas, pero también se pueden utilizar para hacer luz, depende con la magnitud que yo de mi energia a la runa-apretó el puño en la estela y de ella salió un rayo cegador de luz, Lucía se tapó los ojos, ya que aquella luz la cegaba-. Hará mas luz o menos, sirve para iluminar en la oscuridad, Herondale.
-No me llames por mi apellido.
-De acuerdo... Herondale-ella cogió su chaqueta, la hizo un hizo un ovillo y se la tiró, aunque no con mucha fuerza ni potencia, ya que ni siquiera llegó a tocarle, sino que se quedó en sus pies-. Deberías aprender un poco a lanzar cosas, por ejemplo, dagas-el sonrió, cogiendo la chaqueta tirada en el suelo y devolviéndosela a ella, se acercó y se sentó en la cama, al lado de Lucía-. ¿Quieres que te haga la runa o nos quedamos aquí conversando hasta que te aburras?
-Haz...Haz... Hazla-dijo ella en un tartamudeo cuando él se colocó al lado suyo, pudo notar que sus ojos estaban posados en la estela, pudo notar lo cerca que estaba él de ella y un frío le invadió todo el cuerpo.
-Había pensado en hacerte una runa de velocidad, nosotros necesitamos la mayoría de veces correr, para escapar de algún demonio o otro tipo de subterráneos...-Lucía frunció el ceño, ¿que se suponía que eran los subterráneos?-. Los subterráneos son vampiros, hombres lobo, brujos, hadas...
-¿Hadas? ¿Tipo Campanilla?
-¿Campa qué? Esas son cosas de mundanos, las hadas que os muestran en cuentos y películas no tienen nada en común con las de verdad. La runa de la velocidad la mayoría de veces se sitúa en la espalda, bueno, mas bien un poco debajo de la nuca. Deberías girarte si quieres que te la haga.
Tensa, Lucía se giro, llevaba una camiseta de tirantes que la dejaba toda la parte de la nuca y la mayoría de los hombros al descubierto, cuando notó que los dedos de Alec se posaban en su cuello ella tembló, notaba como su pecho bajaba y subía en agitadas respiraciones por los nervios, cerró los ojos, "no pasa nada, solo te va a hacer una runa de esas, no hace falta ponerse así, calma". Notó que sus manos eran duras, no como la piedra, pero tenían un tacto duro, las palmas de sus manos tenían un par de callos, y notó sus dedos ásperos.
-Si te duele dímelo, podría ser peligroso lo que voy ha hacer, aunque si a Clary no le pasó nada cuando Jace se la hizo...
-¿Qué qué? ¿Cómo que peligroso?
Pero la estela ya estaba dibujando alguna especie de dibujo en su piel, notó un pequeño cosquilleo al principio, que poco a poco se fue calmando y desapareció, dejando tras él un dibujo, algo parecido a un tatuaje, una runa como lo había llamado Alec.


-Creo que alguno de vosotros debería de ayudar a Lucía con los entrenamientos-decía Maryse en el comedor, estaban todos desayunando, no un desayuno no muy pesado, bastante ligero, Lucía removió con el tenedor el plato, no había mucha comida, y tampoco le apetecía demasiado comer-. Se debería ir familiarizando con las armas.
-Yo no puedo, he quedado con Simon-era Clary, al parecer antes de ella, había sido la mas reciente en el Instituto, y era la hermana de Jace, él era un chico alto, rubio, con unos ojos de un color dorado por lo que se había podido fijar, y al parecer, amante del sarcasmo y la ironía. Jace estaba en frente de Clary, removiendo también la comida en el plato, mientras miraba a Clary. No parecía la clase de miradas que se echaban los hermanos.
-Yo voy con Clary, ya sabéis, vampiros.
-Es Simon, sabes que no va a pasar nada.
-¿Y si de repente se da cuenta que tu sangre tiene un aspecto delicioso y le entra ganas de alimentarse? Necesitarías a un cazador de sombras preparado para este tipo de cosas.
-Bueno, si te apetece pasar el día con mi mejor amigo, aquel que te cae tan bien.
-Simon no me cae mal, solo digo que los vampiros frikis de Star Wars y los cómics no son de mi agrado.
-De acuerdo, Jace y Clary no pueden ocuparse de tus entrenamientos Lucía, ¿Izzy?
Isabelle, o Izzy como también la llamaban hizo una mueca al escuchar que estaba en la propuesta de entrenarla.
-He quedado-dijo secamente mientras tomaba un sorbo del zumo que tenía en la mesa.
-Pues Alec, solo quedas tú, y necesitamos que Lucía se entrene, con Valentine suelto no sabemos cuando podría volver a atacar y necesitar refuerzos para defendernos.
-He quedado también-dijo él resoplando mientras jugaba con sus dedos, un escalofrío invadió el cuerpo de Lucía, aquellos dedos eran los que se habían posado en su nuca aquella misma noche, movió rápidamente de un lado a otro la cabeza, despejándose la idea de su mente, tampoco había pasado nada... Solo le había dibujado una runa, solo eso. Después de aquello, tampoco había notado un cambio muy brusco, pero si que era cierto que, no se sentía la misma.
-Necesitamos que alguien entrene a Lucía, podría sernos de ayuda, y además, es cazadora de sombras, necesita entrenamiento, y ni yo ni tu padre podemos hacerlo.
-¿Y por qué no Izzy? Ella también ha quedado, pero no la obligáis a estar aquí.
-Eres el mayor, y por eso tienes tus responsabilidades, ya lo sabes, así que no te quejes, deberíais de empezar lo mas pronto posible.
-Bueno, de acuerdo...-dijo Alec mientras hacía una mueca, resopló y apartó su plato de delante suyo, donde estaba colocado, se respaldó en la silla y alzó la cabeza mirando al techo, y volvió a echar aire, de mala gana-. ¿Cuándo empezamos?
-Cuanto mas pronto mejor, ésta tarde creo que os iría bien.


Shadow Hunters

3

Shadow Hunters


Después de mucho insistir para que fuera con él al Instituto, Lucía acabó cediendo, pero acabando la conversación con un "si todo esto no me convence me marcharé y haré que nada de esto haya ocurrido", Alec sabía que la iban a convencer, al fin y al cabo, ella también era una cazadora de sombras, y sabía que no iban a dejar que después de ser lo que es, se marchara solo por que no está totalmente segura de que lo que él le diga es verdad. Después de que hablara con su madre ella la convencería de que lo era, o eso creía. Después de caminar un buen rato divisó el Instituto, a simple vista solo se podía ver una simple iglesia abandonada, ya que por el glamour que tenía era lo que hacía ver a los mundanos, solo hacía falta mirar a través del glamour para ver el Instituto.
-Ya hemos llegado-dijo parándose en frente de la puerta del Instituto, ella le miró como si estuviera bromeando o tomándola el pelo.
-¿Esto es ese Instituto? Si es una iglesia-pasó el dedo por la pared y se lo miró con asco-. Sucia y roñosa.
-Es glamour, intenta mirar a través de él. Para hacerlo, intenta imaginar una acción o algo que te tranquilice, que te trasmita paz interior, el Instituto lleva mucho glamour, para que no sea percibido por los mundanos y para alguien que no está acostumbrado a usarlo al principio cuesta.
-¿Tú en que piensas? Me refiero ¿en que pensabas al principio?-dijo ella mientras cerraba los ojos, se imaginó que era un libro, que como un libro cualquiera, lo único que hacía falta era pasar página para descubrir los secretos que escondía.
-Lanzamiento de cuchillos-ella rió ante el comentario, pero él lo decía en serio, alzó una ceja ya que no entendía el por qué de que le hiciera gracia que lanzar cuchillos le tranquilizara.
-Que actividad mas relajante-abrió los ojos, y al rato sonrió-. Lo veo. Esto no es una iglesia cualquiera.
-Que aguda eres-picó a la puerta, haciendo que un ruido similar a las campanas retumbara en el lugar, a los minutos la puerta se abrió, apareciendo ante ellos Isabelle, la hermana de Alec, tenía el mismo color de cabello que él y eran también bastante parecidos, Alec se dirigió a Lucía, mientras ella la miraba con la boca entre abierta, era la típica chica que a ella la habría gustado ser, alta, delgada y guapa-. Ella es Isabelle, mi hermana.
-¿Quién es?-preguntó Isabelle sin ni siquiera prestar atención a su hermano, solo miraba la miraba a ella, sorprendida, Alec no era de los chicos que llevaban chicas a casa, ella sabía la razón, él también, y Clary, pero nadie mas, "cuantas menos personas lo sepan, mejor" pensaba Alec cada vez que aquello se le pasaba por la cabeza.
-Es la chica de la que te hablé anoche.
-¿La mundana? ¿Qué hace aquí? No debería estar aquí, y lo sabes.
-No es mundana, es como nosotros, tiene la runa que nos ponen a todos cuando somos niños, tiene el don de la visión y su apellido es Herondale.
-¿Y por qué no sabías nada de esto?-entonces se dirigió a Lucía, mirándola como si la estuviese juzgando.
-No lo sé, mi abuela me contaba cosas de estas, pero eran solo cuentos de niños...
-¿Tú abuela? Eso no me lo habías dicho, ¿cómo se llama?-Alec la miró asombrado, entonces, si su abuela sabía sobre su mundo significaba que no era excepción, su abuela también debería haber sido cazadora de sombras.
-No lo sé, nunca me dijo su nombre, yo simplemente la llamaba abuela o abu, yo la preguntaba por su nombre, pero nunca me quería responder.

Se sentía incómoda con tanta pregunta, tampoco sabía que responder, y la manera que la miraba aquella tal Isabelle la incomodaba, Isabelle fue a abrir la boca para decir algo, pero una voz femenina la interrumpió.
-Isabelle, ¿quién había picado?-una figura de una mujer de una mediana edad apareció detrás de Isabelle, tenía los mismos ojos que Alec, y el mismo cabello que Isabelle, dedujo que en el pasado, habría sido clavada a Isabelle, seguramente sería su madre, por que era demasiado mayor para ser su hermana-. Hola Alec, ¿quién es ella?
-Se llama Lucía y...
-Oh, has traído visitas, podrías haber avisado, y habría hecho yo la sopa y no Isabe...-Isabelle se quejó ante su comentario y su madre hizo una mueca-. Lo siento Isabelle.
-Ella es Maryse, mi madre. Dirige el Instituto-la aclaró Alec, cuando el quitó la vista de ella, le miró de reojo, en su rostro había un par de cicatrices, pero a pesar de aquello, era el chico mas guapo que había visto en su vida. Aún se preguntaba si era real o solo un sueño.
-Pasad, no os quedéis ahí que os vais a congelar, el tiempo no está bastante bien estos últimos días.
Los dos pasaron dentro del Instituto, Lucía nunca había visto un lugar tan bello e inmenso en su vida, era impresionante, lámparas de araña cubrían el techo, y cuadros de gente desconocida para ella cubrían las paredes. Sé quedó mirando un cuadro de una tal "Imogen Herondale" sé quedó boca abierta con aquel retrato, esa mujer tenía su mismo apellido.
-¿Quién es?-preguntó Lucía a Isabelle cuando pasó cerca de ella.
-Es la Inquisidora, Imogen Herondale, está al mando de la Clave. No es muy agradable por así decirlo.
-Tiene mi mismo apellido-dijo ella en un susurro, antes de dejar de mirar aquel retrato.
-Lo sé-dijo de mal humor ella, ¿qué la pasaba? ¿por qué se comportaba de aquella forma?
Siguieron pasando corredores, mientras seguía mirando las paredes del Instituto, habían un montón de salas, era impresionante lo grande que podía llegar a ser.
-Y bueno Alec, ¿quién es ella? ¿es solo tu amiga o...
-Es una conocida-dijo rápidamente y secamente Alec. Aquello le pareció como si le clavaran dos puñales en el pecho, sabía que tampoco se conocían mucho, aquella misma noche la había salvado y solo habían hablado en la biblioteca y fuera del Instituto, pero podría no haber sido tan seco, aunque sea, su amiga. Sus mejillas se enrojecieron de la vergüenza, y escondió el rostro para que nadie se diese cuenta de ello, era bastante blanca, así que cuando se sonrojaba era fácil de percibir-. Tenemos que hablar contigo.
Después de explicarle todo lo ocurrido a Maryse, ella solo le pudo decir que no sabía en que podía ayudar, no con tan poca información, aunque si la dejó hospedarse en el Instituto, después de decirla que no hacía falta, que podía volver a casa, Maryse la dijo que no podía volver, que lo sentía, pero que debería quedarse en el Instituto, ya que podría causar problemas que volviera, y mas sabiendo todo lo que sabía en aquel momento.
-Entonces tengo que llamar a mi madre, se preocupará...-dijo con un hilo de voz mientras sacaba el móvil.
-De acuerdo, llámala, pero no le digas nada de nosotros, no sabemos si tu madre sabe de nosotros o no. Alec, acompaña a Lucía al cuarto de invitados, allí dormirá.
Alec asintió de mala gana, mientras se adelantaba unos pasos delante de Lucía y la guiaba hasta unas escaleras, poco después llegó a una puerta, él abrió la puerta y se descubrió una habitación bastante acogedora, las paredes eran de un color blanco, una cama estaba colocada apoyada a la pared, donde detrás de la cabecera de la cama había una ventana, al lado había un escritorio y después, en la otra pared un armario.
-Que bonita-dijo Lucía entrando en la habitación y quitándose la chaqueta, la dejó a un lado, encima de la cama y se giró para mirar a Alec, él la miraba, sorprendido, y ella se sorprendía cada vez mas de lo perfectos que podían llegar a ser aquel color azul de sus ojos que hacían que se perdiera en su mirada.
-No sé cual es tu concepto de bonito, es mas bien simple, cama, escritorio y armario.
-Lo suficiente, está bastante bien-se sentó en la cama y palpó la colcha-. Y la cama es cómoda.
-Ya vas relacionando conceptos, no es lo mismo que la habitación esté bien a que sea bonita.
-Hay momentos que llegas a ser de lo mas antipático, ¿sabes?
-Solo con la gente con la que quiero ser antipático.
-Guau, muchas gracias, vaya manera de hacer amigos que tienes.
-Ya me lo dicen, piensa que es todo un honor que sea antipático contigo, con poca gente me comporto así.
-Lo recordaré para toda la eternidad, mis últimas palabras serán "Alec Lightwood fue antipático conmigo, envidiadme" Mira que emocionada estoy por ese hecho-él se apoyó en el marco de la puerta y sonrió, ella se volvió a fijar en todos los tatuajes que tenía pintados a la piel, era extraño que sus padres le dejaran hacerse tantos, a él y a su hermana, y por lo visto, su madre también llevaba el cuerpo cubierto de tatuajes, ¿acaso era una costumbre de los cazadores de sombras pintarse el cuerpo de tinta?-. ¿Tus padres te dejan cubrirte todo el cuerpo de tatuajes? ¿No les parece un poco... satánico?
-No son tatuajes, son runas, cada una es dibujada con una estela, herramienta de los cazadores de sombras, y cada una nos ofrece una habilidad, algunas la fuerza, otras el don de la visión, otras por ejemplo nos hacen sanar mas rápidamente... Tú deberías hacerte, ya que eres una de nosotros.
Pensó en como quedaría su cuerpo lleno de aquellos extraños tatuajes, o runas, como él las había llamado, en él quedaban estupendamente, parecía que su cuerpo hubiera nacido para ser así, lleno de runas, y lo mismo lo parecía con su hermana y su madre, le encantaría llevar aquello en el cuerpo, como lo llevaban los demás, pero no se veía a ella misma con ello.
-¿Duele cuándo te las hacen?
-¿Quieres probar?

The Alley's Boy

2

The Alley's Boy


Llegó al Instituto de mal humor, no tenía planeado matar a un vampiro aquella misma noche, y la única daga de serafín que había tenido a mano era de Jace y no le haría mucha gracia ver que estaba llena de sangre de vampiro. Pensó en la chica del callejón, ¿a quién se le podría haber ocurrido pasar por aquel lugar? Sabía que no solo se decía entre los nefilims y subterráneos que aquel hotel, el Dumort, habitaban los vampiros, había escuchado que por allí circulaban leyendas mundanas de criaturas de la noche que mataban a quien se atreviera a entrar al hotel, se preguntó el por que de que aquel vampiro se atreviera a casi asesinar a alguien si ella no estaba dentro del hotel, creía que según la Clave les tenían prohibido beber sangre humana, solo estaba la excepción de si aquella persona entraba en el viejo hotel, si entraba voluntariamente, se hacía propiedad de ellos, pero ella no había entrado... ¿Por qué la habría atacado? ¿Es que tan necesitados estaban los vampiros de sangre que llegaban al punto de desafiar a la Clave?
Pero lo que mas le preocupaba no era que un vampiro hubiera estado a segundos de asesinar a una persona, era que aquella persona, la chica, le había visto. ¿Cómo podía haberle visto? No había explicación, había puesto todo el glamour necesario para que no fuera reconocido por ningún mundano, debería haber aparecido ante los ojos de ella como un doberman salvaje que arrancaba la cabeza del vampiro, no como era él, nefilim. ¿Aquello significaba que su glamour estaba fallando? No podía ser, no había escuchado de nadie que su glamour fallara, solo había una explicación, muy remota, que ella fuera nefilim. Pero era imposible, no había escuchado nunca antes sobre que un vampiro existiera, ¿entonces como iba a ser nefilim? ¿Cómo iba a pertenecer a la raza de los cazadores de sombras si no sabía antes de aquella noche que los vampiros si existían? Solo había habido una persona que conociera que le hubiese pasado aquello, y era Clary. Pero Clary era excepción, la habían borrado los recuerdos...
Mientras iba perdido por los pasillos del Instituto escuchó el maullido de un gato, Iglesia. Le miró y movió el pie para delante, ya que no le dejaba caminar tranquilo.
-Déjame Iglesia-el gato le miró con cara de pocos amigos, mientras se giraba y se marchaba, nunca le había gustado mucho ese gato.
Estaba ya acercándose a su habitación cuando la puerta de la habitación de su hermana se abrió, y de allí apareció ella con los brazos cruzados mirándole como si estuviera planeando con cual de los cuchillos de la sala de arma le mataría.
-¿Qué haces a estas horas despierta? Lo normal es dormir ¿sabes? Son las 2 de la madrugada.
-¿Y tú? Qué yo sepa has estado toda la noche fuera, ¿dónde has estado? Jace y yo podríamos haber ido contigo.
-He ido a Pandemónium, nada mas.
-¿Y por ir a Pandemónium llegas a estas horas? Que yo sepa cierran a la una y media.
-¿Y tú quien eres? ¿Mamá? Soy yo el mayor, el que te debería preguntar que haces a estas horas despierta, que no me has respondido por cierto.
-No te voy a decir nada hasta que me digas que has estado haciendo.
-He ido a Pandemónium-su hermana, Isabelle, alzó una ceja, esperando que le explicara mas-. Bueno, y mientras me iba, escuché voces en el callejón dónde está Dumort...
-¿Has estado en Dumort? ¡ALLÍ HAY VAMPIROS!
-No les temo, recuerda que somos cazadores de sombras, iba preparado-señaló con su dedo índice la daga serafín llena de sangre que llevaba colgada en el cinturón-. Bueno y allí vi como un vampiro, no se quien era, estaba a punto de morder a una mundana.
-¿Cómo va a ser eso? Tienen prohibido beber sangre humana, con la excepción de que esa persona haya entrado voluntariamente al hotel...
-Lo sé. Y bueno, le maté-cogió un vaso de agua que había en una cómoda en el pasillo, después de todo ese rato estaba sediento-. La chica me vio.
-¿Qué te vio? Es imposible, si dices que era una mundana... ¿Te habías puesto glamour?
-Por supuesto, pero me vio, y no digas que hay la remota posibilidad de que fuera cazadora de sombras, por que es imposible, no sabía nada, no sabía que los vampiros existían, y me preguntó que si era un demonio.
-Que idiotas son los mundanos. Pero igualmente, si te ha visto no puede ser que sea mundana, a no ser que sea una mundana con el dote de la visión... Pero debe ser nefilim, aunque no supiera nada.
-Es imposible, si lo fuera ella lo sabría, sus padres también serían nefilims entonces, y deberían haberle explicado todo.
-Con Clary no pasó lo mismo.
-Clary es excepción, y lo sabes, ¿por qué sus padres no iban a querer que su hija supiera que es nefilim entonces?
-No lo sé, investiga-"investiga" esa palabra se le metió en la cabeza, lo haría quería y tenía que saber por que ella le había visto, si era solo una simple mundana o es que era... Cazadora de sombras-. Buenas noches.

El cielo se alzó azul, sin vista de nubes por ningún sitio, así que no iba a llover... El hombre del tiempo había dicho que aquel mismo día llovería, al parecer, como muchas otras veces, se había equivocado. Lucía se vistió rápidamente, dispuesta a ir a la biblioteca, el fantasma de la noche de ayer la atormentaba, no sabía si lo sucedido aquella misma noche había sido real o parte de un sueño, habría creído totalmente que había sido un sueño si no se hubiera despertado con toda la ropa sucia y por que aún podía recordar el rostro de aquel chico, y no podía ser que no hubiera sido real, debía de ser real.
Iría a la biblioteca para buscar algo sobre vampiros, demonios y ángeles, aquellas tres búsquedas eran las que le parecían mas acertadas si quería encontrar algo sobre lo sucedido, aquel chico, Alec, si no recordaba mal, le había dicho que era algo parecido a un ángel, un ángel que mataba demonios, y al parecer, también vampiros.
Llegó en seguida a la biblioteca, no la pillaba muy lejos de casa. Cuando entró se dirigió a la zona donde siempre se situaba su abuela cuando iba, a la de cosas sobrenaturales. El intento fue fallido, por que allí no había nada de lo que quisiese encontrar, no encontraba nada sobre ángeles, pero si de demonios, maneras de invocarlos, y no le gustaba demasiado la idea de coger un libro de esos.
-¿Necesitas ayuda?-le preguntó una voz femenina, dio un pequeño un brinco y se giró, la chica tendría un par de años mas que ella, tenía el pelo negro, con reflejos azules, las orejas perforadas por dilataciones y una de las cejas llena de piercings. Su hombro derecho estaba lleno de tatuajes.
-Busco algo sobre vampiros, demonios o ángeles.
-¿No crees que te has equivocado de sitio para buscar? Los libros romanticones tipo Crepúsculo, Hush Hush... Están en otro sector.
-Los quiero para encontrar información.
-No tienes pinta de chica que le van las cosas sobrenaturales.
-Anda mira, al parecer tú si. Necesito ayuda, ¿hay por aquí algo sobre ángeles que matan demonios o algo por el estilo? Si no me vas a ayudar ya me las apaño yo sola.
-¿Te refieres a nefilims? Aquí hay dos, son los únicos que tenemos sobre nefilims-se alzó a una estantería para coger dos libros, estaba un poco repletos de polvo-. Puede que te sirvan, ten.
-Gracias-dijo haciendo una mueca mientras cogía los dos libros, se acercó a una de las mesas que habían en la biblioteca y dejó uno de ellos en la mesa, mientras empezaba a leer el otro.
Según aquel libro, los nefilims eran descendientes de un tal ángel Raziel que juntó su sangre con la de un ser humano para librar al mundo de los demonios que habitaban en el mundo, y que desde aquel entonces, los nefiilms protegían la Tierra de demonios. Era demasiado religioso para su gusto. Seguramente no era a eso a lo que el chico del callejón se refería. Resopló al terminármelo, tampoco había encontrado nada interesante que la pudiese haber ayudado a encontrar lo que buscaba, el tema era que... ¿Qué era lo que exactamente buscaba? Dejó ese libro sobre la mesa y fue a coger el otro, pero no estaba donde lo había dejado, extrañada alzó la vista, y donde antes no había nadie, ahora había un chico leyendo el libro.
-¿Hola?-preguntó extrañada, lo normal en una persona es que si se iba a sentar allí era preguntar.
-Hola, ya me parecía raro que no te dieras cuenta de que había alguien aquí-dejó el libro y la miró, sorprendida, se dio cuenta que era el chico del callejón de la noche anterior, era Alec, así que no había sido un sueño, lo ocurrido con el vampiro había sido real.
-Espera, tú eres el chico del callejón, el que mataste al vampiro.
-Te dije mi nombre para que no me llamaras el chico del callejón ¿sabes?-sonaba un poco prepotente, le miró la nunca y se dio cuenta que la tenía cubierta por un par de tatuajes que también tenía en los brazos, llevaba una camiseta de manga corta de color negro, y se le podían notar los tatuajes desde casi la muñeca hasta el hombro.
-Tu nombre era Alec ¿verdad?-el asintió, mientras ojeaba de nuevo el libro-. ¿Qué haces aquí?
-Bueno, pues como hoy me parecía aburrido matar vampiros y demonios pues cogí y pensé "Que divertido será ir a la biblioteca" y por casualidad te vi, y pensé pues bueno, es mi amiga del callejón, voy a hablar con ella.
-Déjate de ironía, ahora de verdad ¿que haces aquí?
-¿Has encontrado lo que soy en estos libros?-dijo cambiando de tema.
-No, creo que no, solo hay tonterías de nefilims y cosas raras, pero no creo que...
-Soy un nefilim, o así nos llaman los subterráneos, entre nosotros somos cazadores de sombras, matamos demonios, y vigilamos la actividad de algunos subterráneos tipo vampiros, hombres lobo, brujos...
-¿Existís? Bueno, me refiero, ¿los nefilims son reales? ¿no son cuentos religiosos? Entonces... Si vosotros existís también existirá...
-No sé si existe Dios si es a eso a lo que te refieres, y si, existimos, aunque prefiero que nos llames cazadores de sombras.
-Ya... ¿Y que tiene que ver esto conmigo? ¿Por qué estás aquí? Por qué seguro que no es por que querías hablar con tu amiga la del callejón.
-Por qué estoy seguro de que tú eres una de nosotros-se estaba bebiendo un sorbo de agua de una botella que se había traído y se atragantó con ella. ¿Cómo podía ser que ella fuese cazadora de sombras?-. Cuidado, que te ahogas.
-¿Qué? ¿Cómo que yo soy una de vosotros? Es imposible, yo soy una mundana o como nos llaméis. Es imposible que yo sea parte de eso-se limpió la boca con la manga de la sudadera que llevaba puesta, ya que tenía toda la boca mojada del agua.
-No hay otra explicación, si fueras mundana ahora mismo no me estarías viendo principalmente.
-¿Qué significa que no te estaría viendo? ¿Eres real verdad? ¿O me he vuelto loca?
-Los mundanos no nos pueden ver, ya que nosotros ponemos glamour donde estamos para que ellos no nos noten, un glamour es un tipo de magia que nos hace invisibles para el ojo humano. Pero tú... Tú me estás viendo, no puede ser otra cosa, tienes que ser de nosotros.
-Sigo pensando que es imposible, yo nunca había escuchado hablar de eso, de vosotros.
-¿Cómo te llamas?-Lucía alzó una ceja, ¿en serio importaba en aquel mismo momento su nombre? ¿Tan importante era saberlo?
-Lucía Herondale-Alec abrió los ojos como platos al escuchar aquel apellido, y ella se quedó atónita al mirarle a los ojos, como se había dado cuenta la noche anterior, eran preciosos, aquel color azul de sus ojos podía llegar a ser el mas bonito que había visto en su vida-. ¿Tanto importa mi nombre ahora?
-No eres mundana, tienes que ser cazadora de sombras. Ese es un apellido nefilim. ¿Eres zurda o diestra?
-Diestra, ¿tanto importa ahora mi vid...-no terminó la frase por que a los segundos Alec la cogió de la mano derecha dejándola boca arriba y haciendo que se le viera una marca que llevaba desde pequeña en la palma de su mano, su madre siempre la había dicho que era una marca de nacimiento. Miró a Alec y vio como sonreía al ver aquella marca, ¿qué pasaba?-. ¿Qué es lo que pasa con mi mano?
-A los niños cazadores de sombras les marcan en la mano derecha, cuando son pequeños. Es una runa permanente que te presta una habilidad extra con las armas. Tiene forma de ojo. Isabelle no se equivocaba, y por lo que pensaba, yo tampoco, eres nefilim.
Ella apartó rápidamente la mano de la suya, mirándosela, aquello no podía ser una runa o como diablos la había llamado, era solo una marca de nacimiento, un poco rara, pero era solo eso.
-No es posible.
-Si lo es, tienes que venir al Instituto, mi madre sabrá lo que pasa, por que no sabías nada de esto antes.
-Me he perdido, ¿a dónde se supone que tengo que ir? ¿Contigo? Mira, no te conozco de nada y no se si te tengo que creer o no, creo que mejor me voy a mi casa y...
-Te vas a venir conmigo, no te puedo dejar ir ahora que sabes lo que eres y que nosotros existimos. Tienes que venir al Instituto.



Like angels

1

Like Angels

La noche se alzaba en el cielo de Manhattan, las luces de las farolas estaban encendidas, se escuchaban ruidos de claxon en las calles, luces encendidas en los locales... Aunque ya eran pasadas las doce de la madrugada, había un ajetreo ensordecedor. Las calles, aunque estuvieran a estas altas horas de la noche y lo normal sería que estuviesen vacías y que la gente estuviese durmiendo en sus respectivas casas, en aquella zona de Manhattan era a la inversa. Donde mas barbullo de gente se concentraba, la mayoría era gente joven, adolescentes, era cerca del local Pandemónium. Allí, en la cola de Pandemónium, había de todo, desde gente que podía parecer normal y corriente, hasta algunas personas un poco extravagantes vestidas de colores y ropa rara con cabellos de colores y peinados raros. De una de las personas que salían de aquel local, salió una chica.
Su nombre era Lucía, Lucía Herondale, tenía unos 16 años y había venido sola a Pandemónium, lo normal era que viniesen acompañados, pero era la primera vez que había venido, y tampoco era que ella fuese demasiado sociable, no tenía casi amigos, por no decir ninguno. Había venido a Pandemónium para ver si conocía a alguien, en un lugar donde nadie te conoce es mas fácil hacer amigos, o eso era lo que ella pensaba, aunque el parecer, se equivocaba. Tenía el cabello castaño, con reflejos rubios en las puntas, en aquel momento suelto, los cabellos le caían por los hombros, iba con una camiseta de tirantes, tapada con una beisbolera roja, que le había prestado su hermano, y unos pantalones tejanos, lo normal al ir a un club nocturno como es Pandemónium era arreglarse un poco, casi todas las chicas que había visto allí dentro iban con vestidos o faldas, pero no era como ellas. Podía ser aquella la razón de que casi no tenía amigos, no encajaba en la sociedad. 
Miró el móvil, deseando no ver ninguna llamada de su madre, la había dicho que tenía que estar en casa a las doce y media, y ya eran las doce, no parecía que hubiera ningún problema, si no cuentas que de Pandemónium a su casa andando era mas de media hora. Resopló, como llegara tarde su madre la mataría.
Caminaba decidida, dispuesta a llegar a casa lo mas rápido posible, que su madre se enfadara no era la única razón de que quisiese llegar a casa inmediatamente, había otra, tampoco era demasiado importante, pero no es que le agradara mucho la idea de caminar sola de noche por las calles, a aquellas horas era peligroso para una chica de 16 ir por allí. 
Se acercó a un cruce, que la llevaba por dos caminos, el primero estaba lleno de gente y era el mas largo para llegar a su casa, si seguía ese no llegaría antes de y media, y el otro... Tampoco era que le hiciera mucha gracia, era un callejón, era un camino mas rápido para llegar, solo unos diez minutos caminando y estaría a metros de su casa, pero estaba el problema de que en aquel lugar circulaban leyendas, leyendas que no eran de mucho agrado para Lucía. Si cruzaba por allí pasaría en frente del hotel abandonado Dumort, era allí donde circulaban las leyendas, su abuela la había contado que ese lugar estaba habitado por vampiros, ella nunca se lo había creído, ya que, como científicamente estaba demostrado, los vampiros no existían, tampoco es que estuviese científicamente demostrado, pero tampoco habían pruebas de que allí habitaran vampiros. Si hubiese sido por que no tenía tanta prisa, no habría decidido ir por aquel camino, pero lo hizo, al fin y al cabo... Eran solo leyendas.
También había escuchado que muchas de las personas que habían pasado cerca de aquel hotel, o habían entrado en él, habían desaparecido, pero aquello tampoco explicaba las leyendas de vampiros, podrían haber sido secuestros, cosa que tampoco la hacía demasiada gracia. Pero estaba preparada, para algo le serviría los tres años empleados en artes marciales que había empezado a practicar desde que empezó el instituto. Igualmente, estaba asustada. Cogió un barrote de metal que había tirado por el suelo, si veía a alguien... Lo azotaría, lo azotaría hasta dejarle inconsciente. 
"No hay nada de que temer" pensó mientras se acercaba cada vez mas al hotel, había pasado por aquel lugar anteriormente y no la había sucedido nada, pero estaba la contra de que solo había pasado de día, su madre le tenía prohibido pasar por aquel lugar por la noche, como se enterara la iba a matar... Tomó una bocanada de aire al pasar en frente del hotel, estaba sudando, no había pasado mas miedo en su vida. Cuando lo dejó atrás respiró hondo, ya casi se veía el final del callejón, no había pasado nada, entonces escuchó una voz detrás suyo.
-¿Que hace una jovencita sola por estos sitios a estas horas de la noche?-su voz era fría y parecía que se estaba divirtiendo, la causó un escalofrío que le puso la piel de gallina, apretó fuertemente el palo, se giró y vio a un chico, no debía ser demasiado mayor, tendría su misma edad, delgado, cono ojos oscuros y la tez clara, demasiado clara. Alzó el palo, poniéndolo delante suyo, para que no se la acercara.
-¿Quién eres? ¿Qué vas ha hacerme? No tengo nada, si quieres te doy mi móvil, solo tengo 20 dólares, si quieres ten, cógelos, son tuyos-sacó del bolsillo de la beisbolera los 20 dólares que le había dado su madre para aquella noche y se los enseñó mientras los sacudía para que los cogiera, pero el chico ni se inmutó, solo sonrió-. Cógelos, coge lo que quieras, pero no me hagas daño...
-No te voy ha hacer daño. Paseaba por aquí, vivo cerca, y me pareció extraño ver a alguien por estos callejones, circulan extrañas leyendas, sobre criaturas de la noche, me ha extrañado que una chica se atreviera a pasear por aquí sola por la noche.
-Lo sé... Yo iba para mi casa, y no tengo tiempo para hablar, sino te importa que...-se giró para irse, preparada para correr si era necesario, pero de repente notó una mano fría sobre su hombro, soltó un grito cuando la tocó y alzó el palo, intentando darle para que se apartara, pero no lo hacía, no se apartaba. 
-¿Por qué no entras al hotel? En realidad las leyendas son falsas... Allí dentro hay fiesta las 24 horas-el chico sonrió, enseñando su dentadura, tenía dos caninos afilados, pero Lucía no se fijo en eso, su mente solo quería escapar, escapar de allí.
-No es que no tengo tiempo, mi madre me está esperando y...-paró de hablar cuando el chico juntó las cejas y negó con la cabeza, se acercó a ella y ella al ver lo que hacía le dio un golpe con el palo de metal en el hombro, él ni se inmutó, parecía como si no sintiese el dolor-. Aléjate de mi, si no lo haces en tres segundos voy a gritar.
-No creo que a la Clave le importe que nos saltemos las leyes por una vez, hace tanto tiempo que no pruebo sangre humana...-pasó su dedo índice por su cuello, dibujando un círculo en la parte inferior de él, ella trago saliva, ¿probar sangre humana? ¿Eso significaba que él era un...
-¿Quién es la Clave? ¿Quién eres tú?-dijo con un eje de miedo en la voz, lo estaba intentando contener, pero no podía.
-No creo que mi nombre importe en estos momentos, después ya, cuando tu corazón deje de latir, nos presentamos y eso.
¿Qué su corazón dejaría de latir? ¿Que la iba ha hacer? Intentó dar un paso atrás, pero tropezó y cayó al suelo, él sonrió, sus pupilas se dilataron, sacó los dientes, dientes magníficamente blancos, pero eso no era lo importante, en aquel momento, si se dio cuenta de lo que sobresalía de su dentadura, dos caninos blancos, que como si fuera arte de magia, estaban creciendo. Lucía gritó, aunque no esperaba que nadie fuera a venir a salvarla, ya que, en aquel lugar tampoco vivía nadie. Cerró los ojos con fuerza, esperando que fuera rápido, que muriera rápido, sin dolor, pero el dolor no venía, entonces se escuchó un fuerte ruido cerca de ella, un grito, que no era el suyo. Y abrió los ojos.
El vampiro, ¿por qué eso es lo que era no? Ya no estaba, bueno, si que estaba, pero no estaba delante de ella, sino tumbado de cara al suelo, con una mancha roja que salía de su espalda donde ahora había una daga... Gritó, había alguien mas allí, intentó ponerse de pie y correr, pero el miedo la paralizaba, no podía. Intentó aguzar la vista para distinguir al otro ser humano que había en aquel mismo instante en el callejón, no vio demasiado, solo una sombra, una sombra que sacaba la daga, que era de un color plateado que relucía en la oscuridad, y con ella cortaba la cabeza al vampiro. Haciendo que un mar de sangre cubriera el suelo sucio y llegara a una de las botas de Lucía, movió rápidamente el pie, como si así la sangre desapareciera, pero como era por sentado, no fue así.
-¿QUÉ HACES?-gritó Lucía mientras intentaba ponerse de pie y a la vez coger el palo que se había caído con ella. La sombra que había estado arrodillada a la criatura que casi la mataba la miró, tampoco estaba segura que la mirara, ya que no veía nada, había aparecido una extraña oscuridad en aquel preciso momento, la sombra se alzó y se acercó a ella, pudo distinguir que era un chico, con un par de años mas que ella, su cabello era de un color negro azabache, su tez era pálida y ruborosa, suspiró, aunque sea eso podía significar que él no era uno de los... Vampiros. Sus ojos eran de un tono azul oscuro del vidrio de una botella, eran preciosos, ella siempre había querido tener unos ojos así y no los café que tenía-. LE HAS CORTADO EL CUELLO, ERES UN MONSTRUO, DIOS SANTO. 
-Te he salvado la vida-dijo con un tono seco, mirándola sorprendido, alzando una de sus cejas-. Y creo no tienes demasiado claro lo que monstruo significa, mundi, esto es un monstruo.
Dio una patada al vampiro que yacía desplomado en el suelo, con la cara ensangrentada, mientras del cuello aún se veía la sangre caer.
-¿Qué me has llamado?-preguntó ella sorprendida, en su vida había escuchado aquel apelativo, mundi-. ¿Es algún apodo despreciable? Mira, que sepas que aunque sea casi rubia no soy tonta ni nada y que por que no lo sepa no significa que...
-Anda ya, cállate. Te he llamado mundi, mundana, alguien normal, humano. Eso te he llamado. Pero me sorprende que me estés viendo.
-¿Entonces tú que eres si no eres humano? ¿Tú también eres un vampiro y has matado a tu amigo para beberte mi sangre?-el chico lanzó una carcajada, haciendo que se le viera su dentadura, Lucía la miró con atención, no tenía los caninos como el otro, sino que los tenía normales.
-¿De verdad crees que soy vampiro? ¿Dónde me ves los colmillos? 
-¿Hombre lobo? No me dirás que los hombre lobo también existen...
-No y si. No soy un hombre lobo, y tampoco me convendría, los hombres lobo huelen demasiado. Pero si que existen.
-Ya, ¿entonces que eres si no eres un hombre lobo ni un vampiro? ¿Un brujo?-el chico negó, divertido, ella tampoco era de saber demasiado sobre el mundo sobrenatural, aunque su abuela se pasaba el día mirando programas extraños en los que siempre salían cosas de esas-. ¿Demonio?
Una carcajada salió de su boca, ella se preguntó de que reía, tampoco era tan absurdo, ¿o es que los demonios no existían? Sus pocos conocimientos de aquel mundo sobrenatural era que los vampiros y los hombres lobo eran así por una enfermedad demoníaca, y si existían ellos, podían existir también los demonios.
-¿En serio crees que soy un demonio? ¿Has visto alguno en tu vida? ¿Sabes cómo son?-él seguía riéndose, aunque ella no le pillaba la gracia, se estaba empezando a impacientar.
-Podría, hay demonios que entran dentro de cuerpos de las personas según lo que me explicó mi abuela...
-Cuentos de viejas. Soy todo lo contrario. Yo mato demonios.
-¿Eres un ángel?
-Parecido-el chico sacó el cuchillo del cuerpo del vampiro, y se lo puso en la cintura, donde tenía mas armas, desconocidas para ella-. Bueno mundana, he hablado mas de lo que debería haber hablado, me voy.
-¿Y yo qué? ¿Me quedo aquí? Habrán mas vampiros de esos por aquí...
-Coge la salida esa para donde hay mucha gente, allí vete para tu casa. Si yo fuera tú no volvería a pasar por aquí nunca más, y menos por la noche. Hay que ser insensato...-se giró y empezó a irse. Habían demasiadas preguntas por hacerle que a Lucía no le salían de la boca, se estaba alejando y perdiéndose de la vista cuando gritó la primera pregunta que se le vino por la cabeza.
-¿CÓMO TE LLAMAS?
-Alec Lightwood.

Palpó las llaves nerviosa, al final había llegado tarde, miró la hora de su reloj, casi eran la una y media... Mierda, su madre estaría como una fiera. Abrió lentamente la cerradura, rezando para sus adentros que su madre se hubiese ido a dormir, que no estuviese. Pero sus pensamientos fueron en vano, por que al abrir la puerta, se encontró con ella en frente del marco de la puerta con los brazos cruzados, mirándola. 
-¿Tú crees que son estás horas de llegar?