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The Alley's Boy
Llegó al Instituto de mal humor, no tenía planeado matar a un vampiro aquella misma noche, y la única daga de serafín que había tenido a mano era de Jace y no le haría mucha gracia ver que estaba llena de sangre de vampiro. Pensó en la chica del callejón, ¿a quién se le podría haber ocurrido pasar por aquel lugar? Sabía que no solo se decía entre los nefilims y subterráneos que aquel hotel, el Dumort, habitaban los vampiros, había escuchado que por allí circulaban leyendas mundanas de criaturas de la noche que mataban a quien se atreviera a entrar al hotel, se preguntó el por que de que aquel vampiro se atreviera a casi asesinar a alguien si ella no estaba dentro del hotel, creía que según la Clave les tenían prohibido beber sangre humana, solo estaba la excepción de si aquella persona entraba en el viejo hotel, si entraba voluntariamente, se hacía propiedad de ellos, pero ella no había entrado... ¿Por qué la habría atacado? ¿Es que tan necesitados estaban los vampiros de sangre que llegaban al punto de desafiar a la Clave?
Pero lo que mas le preocupaba no era que un vampiro hubiera estado a segundos de asesinar a una persona, era que aquella persona, la chica, le había visto. ¿Cómo podía haberle visto? No había explicación, había puesto todo el glamour necesario para que no fuera reconocido por ningún mundano, debería haber aparecido ante los ojos de ella como un doberman salvaje que arrancaba la cabeza del vampiro, no como era él, nefilim. ¿Aquello significaba que su glamour estaba fallando? No podía ser, no había escuchado de nadie que su glamour fallara, solo había una explicación, muy remota, que ella fuera nefilim. Pero era imposible, no había escuchado nunca antes sobre que un vampiro existiera, ¿entonces como iba a ser nefilim? ¿Cómo iba a pertenecer a la raza de los cazadores de sombras si no sabía antes de aquella noche que los vampiros si existían? Solo había habido una persona que conociera que le hubiese pasado aquello, y era Clary. Pero Clary era excepción, la habían borrado los recuerdos...
Mientras iba perdido por los pasillos del Instituto escuchó el maullido de un gato, Iglesia. Le miró y movió el pie para delante, ya que no le dejaba caminar tranquilo.
-Déjame Iglesia-el gato le miró con cara de pocos amigos, mientras se giraba y se marchaba, nunca le había gustado mucho ese gato.
Estaba ya acercándose a su habitación cuando la puerta de la habitación de su hermana se abrió, y de allí apareció ella con los brazos cruzados mirándole como si estuviera planeando con cual de los cuchillos de la sala de arma le mataría.
-¿Qué haces a estas horas despierta? Lo normal es dormir ¿sabes? Son las 2 de la madrugada.
-¿Y tú? Qué yo sepa has estado toda la noche fuera, ¿dónde has estado? Jace y yo podríamos haber ido contigo.
-He ido a Pandemónium, nada mas.
-¿Y por ir a Pandemónium llegas a estas horas? Que yo sepa cierran a la una y media.
-¿Y tú quien eres? ¿Mamá? Soy yo el mayor, el que te debería preguntar que haces a estas horas despierta, que no me has respondido por cierto.
-No te voy a decir nada hasta que me digas que has estado haciendo.
-He ido a Pandemónium-su hermana, Isabelle, alzó una ceja, esperando que le explicara mas-. Bueno, y mientras me iba, escuché voces en el callejón dónde está Dumort...
-¿Has estado en Dumort? ¡ALLÍ HAY VAMPIROS!
-No les temo, recuerda que somos cazadores de sombras, iba preparado-señaló con su dedo índice la daga serafín llena de sangre que llevaba colgada en el cinturón-. Bueno y allí vi como un vampiro, no se quien era, estaba a punto de morder a una mundana.
-¿Cómo va a ser eso? Tienen prohibido beber sangre humana, con la excepción de que esa persona haya entrado voluntariamente al hotel...
-Lo sé. Y bueno, le maté-cogió un vaso de agua que había en una cómoda en el pasillo, después de todo ese rato estaba sediento-. La chica me vio.
-¿Qué te vio? Es imposible, si dices que era una mundana... ¿Te habías puesto glamour?
-Por supuesto, pero me vio, y no digas que hay la remota posibilidad de que fuera cazadora de sombras, por que es imposible, no sabía nada, no sabía que los vampiros existían, y me preguntó que si era un demonio.
-Que idiotas son los mundanos. Pero igualmente, si te ha visto no puede ser que sea mundana, a no ser que sea una mundana con el dote de la visión... Pero debe ser nefilim, aunque no supiera nada.
-Es imposible, si lo fuera ella lo sabría, sus padres también serían nefilims entonces, y deberían haberle explicado todo.
-Con Clary no pasó lo mismo.
-Clary es excepción, y lo sabes, ¿por qué sus padres no iban a querer que su hija supiera que es nefilim entonces?
-No lo sé, investiga-"investiga" esa palabra se le metió en la cabeza, lo haría quería y tenía que saber por que ella le había visto, si era solo una simple mundana o es que era... Cazadora de sombras-. Buenas noches.
El cielo se alzó azul, sin vista de nubes por ningún sitio, así que no iba a llover... El hombre del tiempo había dicho que aquel mismo día llovería, al parecer, como muchas otras veces, se había equivocado. Lucía se vistió rápidamente, dispuesta a ir a la biblioteca, el fantasma de la noche de ayer la atormentaba, no sabía si lo sucedido aquella misma noche había sido real o parte de un sueño, habría creído totalmente que había sido un sueño si no se hubiera despertado con toda la ropa sucia y por que aún podía recordar el rostro de aquel chico, y no podía ser que no hubiera sido real, debía de ser real.
Iría a la biblioteca para buscar algo sobre vampiros, demonios y ángeles, aquellas tres búsquedas eran las que le parecían mas acertadas si quería encontrar algo sobre lo sucedido, aquel chico, Alec, si no recordaba mal, le había dicho que era algo parecido a un ángel, un ángel que mataba demonios, y al parecer, también vampiros.
Llegó en seguida a la biblioteca, no la pillaba muy lejos de casa. Cuando entró se dirigió a la zona donde siempre se situaba su abuela cuando iba, a la de cosas sobrenaturales. El intento fue fallido, por que allí no había nada de lo que quisiese encontrar, no encontraba nada sobre ángeles, pero si de demonios, maneras de invocarlos, y no le gustaba demasiado la idea de coger un libro de esos.
-¿Necesitas ayuda?-le preguntó una voz femenina, dio un pequeño un brinco y se giró, la chica tendría un par de años mas que ella, tenía el pelo negro, con reflejos azules, las orejas perforadas por dilataciones y una de las cejas llena de piercings. Su hombro derecho estaba lleno de tatuajes.
-Busco algo sobre vampiros, demonios o ángeles.
-¿No crees que te has equivocado de sitio para buscar? Los libros romanticones tipo Crepúsculo, Hush Hush... Están en otro sector.
-Los quiero para encontrar información.
-No tienes pinta de chica que le van las cosas sobrenaturales.
-Anda mira, al parecer tú si. Necesito ayuda, ¿hay por aquí algo sobre ángeles que matan demonios o algo por el estilo? Si no me vas a ayudar ya me las apaño yo sola.
-¿Te refieres a nefilims? Aquí hay dos, son los únicos que tenemos sobre nefilims-se alzó a una estantería para coger dos libros, estaba un poco repletos de polvo-. Puede que te sirvan, ten.
-Gracias-dijo haciendo una mueca mientras cogía los dos libros, se acercó a una de las mesas que habían en la biblioteca y dejó uno de ellos en la mesa, mientras empezaba a leer el otro.
Según aquel libro, los nefilims eran descendientes de un tal ángel Raziel que juntó su sangre con la de un ser humano para librar al mundo de los demonios que habitaban en el mundo, y que desde aquel entonces, los nefiilms protegían la Tierra de demonios. Era demasiado religioso para su gusto. Seguramente no era a eso a lo que el chico del callejón se refería. Resopló al terminármelo, tampoco había encontrado nada interesante que la pudiese haber ayudado a encontrar lo que buscaba, el tema era que... ¿Qué era lo que exactamente buscaba? Dejó ese libro sobre la mesa y fue a coger el otro, pero no estaba donde lo había dejado, extrañada alzó la vista, y donde antes no había nadie, ahora había un chico leyendo el libro.
-¿Hola?-preguntó extrañada, lo normal en una persona es que si se iba a sentar allí era preguntar.
-Hola, ya me parecía raro que no te dieras cuenta de que había alguien aquí-dejó el libro y la miró, sorprendida, se dio cuenta que era el chico del callejón de la noche anterior, era Alec, así que no había sido un sueño, lo ocurrido con el vampiro había sido real.
-Espera, tú eres el chico del callejón, el que mataste al vampiro.
-Te dije mi nombre para que no me llamaras el chico del callejón ¿sabes?-sonaba un poco prepotente, le miró la nunca y se dio cuenta que la tenía cubierta por un par de tatuajes que también tenía en los brazos, llevaba una camiseta de manga corta de color negro, y se le podían notar los tatuajes desde casi la muñeca hasta el hombro.
-Tu nombre era Alec ¿verdad?-el asintió, mientras ojeaba de nuevo el libro-. ¿Qué haces aquí?
-Bueno, pues como hoy me parecía aburrido matar vampiros y demonios pues cogí y pensé "Que divertido será ir a la biblioteca" y por casualidad te vi, y pensé pues bueno, es mi amiga del callejón, voy a hablar con ella.
-Déjate de ironía, ahora de verdad ¿que haces aquí?
-¿Has encontrado lo que soy en estos libros?-dijo cambiando de tema.
-No, creo que no, solo hay tonterías de nefilims y cosas raras, pero no creo que...
-Soy un nefilim, o así nos llaman los subterráneos, entre nosotros somos cazadores de sombras, matamos demonios, y vigilamos la actividad de algunos subterráneos tipo vampiros, hombres lobo, brujos...
-¿Existís? Bueno, me refiero, ¿los nefilims son reales? ¿no son cuentos religiosos? Entonces... Si vosotros existís también existirá...
-No sé si existe Dios si es a eso a lo que te refieres, y si, existimos, aunque prefiero que nos llames cazadores de sombras.
-Ya... ¿Y que tiene que ver esto conmigo? ¿Por qué estás aquí? Por qué seguro que no es por que querías hablar con tu amiga la del callejón.
-Por qué estoy seguro de que tú eres una de nosotros-se estaba bebiendo un sorbo de agua de una botella que se había traído y se atragantó con ella. ¿Cómo podía ser que ella fuese cazadora de sombras?-. Cuidado, que te ahogas.
-¿Qué? ¿Cómo que yo soy una de vosotros? Es imposible, yo soy una mundana o como nos llaméis. Es imposible que yo sea parte de eso-se limpió la boca con la manga de la sudadera que llevaba puesta, ya que tenía toda la boca mojada del agua.
-No hay otra explicación, si fueras mundana ahora mismo no me estarías viendo principalmente.
-¿Qué significa que no te estaría viendo? ¿Eres real verdad? ¿O me he vuelto loca?
-Los mundanos no nos pueden ver, ya que nosotros ponemos glamour donde estamos para que ellos no nos noten, un glamour es un tipo de magia que nos hace invisibles para el ojo humano. Pero tú... Tú me estás viendo, no puede ser otra cosa, tienes que ser de nosotros.
-Sigo pensando que es imposible, yo nunca había escuchado hablar de eso, de vosotros.
-¿Cómo te llamas?-Lucía alzó una ceja, ¿en serio importaba en aquel mismo momento su nombre? ¿Tan importante era saberlo?
-Lucía Herondale-Alec abrió los ojos como platos al escuchar aquel apellido, y ella se quedó atónita al mirarle a los ojos, como se había dado cuenta la noche anterior, eran preciosos, aquel color azul de sus ojos podía llegar a ser el mas bonito que había visto en su vida-. ¿Tanto importa mi nombre ahora?
-No eres mundana, tienes que ser cazadora de sombras. Ese es un apellido nefilim. ¿Eres zurda o diestra?
-Diestra, ¿tanto importa ahora mi vid...-no terminó la frase por que a los segundos Alec la cogió de la mano derecha dejándola boca arriba y haciendo que se le viera una marca que llevaba desde pequeña en la palma de su mano, su madre siempre la había dicho que era una marca de nacimiento. Miró a Alec y vio como sonreía al ver aquella marca, ¿qué pasaba?-. ¿Qué es lo que pasa con mi mano?
-A los niños cazadores de sombras les marcan en la mano derecha, cuando son pequeños. Es una runa permanente que te presta una habilidad extra con las armas. Tiene forma de ojo. Isabelle no se equivocaba, y por lo que pensaba, yo tampoco, eres nefilim.
Ella apartó rápidamente la mano de la suya, mirándosela, aquello no podía ser una runa o como diablos la había llamado, era solo una marca de nacimiento, un poco rara, pero era solo eso.
-No es posible.
-Si lo es, tienes que venir al Instituto, mi madre sabrá lo que pasa, por que no sabías nada de esto antes.
-Me he perdido, ¿a dónde se supone que tengo que ir? ¿Contigo? Mira, no te conozco de nada y no se si te tengo que creer o no, creo que mejor me voy a mi casa y...
-Te vas a venir conmigo, no te puedo dejar ir ahora que sabes lo que eres y que nosotros existimos. Tienes que venir al Instituto.